Tras ese despliegue de barroquismo, de luz, de miles de flores, llega el Jueves Santo con la procesión del Silencio.
Al caer la noche del Jueves Santo, un solitario tambor con sordina abre la (1) Procesión del Silencio. Impresiona. Más admirable si cabe resulta comprobar cómo sin apenas luz, sin tambor que marque el ritmo, sigue manteniéndose el característico orden acompasado cartagenero.
(1) PROCESIÓN DEL SILENCIO
Definitivamente en Cartagena la procesión va por dentro. Absoluto silencio por parte de cofrades y público, oscuridad total en las calles, sólo iluminadas tenuemente por las hileras acompasadas de los capirotes y el tintineo mecido a hombros de los tronos silentes. Es una procesión ágil, lo que permite que podamos ir callejeando de las sombras a interludios de calles con luz y sonido para salir de nuevo al encuentro de las sombras crecientes sobre los muros. El (2) Ecce Homo, acompañado por el canto coral y el rastrear de sus portapasos. La (3) cruz del Cristo de los Mineros que se proyecta agigantándose sobre la arquitectura en sombras. Pasos de capirotes, quejido de las saetas, golpear de cañas de hachotes sobre el suelo, tintineo de lágrimas de cristal, y el manto colosal de la (4) Virgen de la Esperanza recogiendo las sombras para dar paso a la Madrugada.
(2) ECCE HOMO
(3) CRISTO DE LOS MINEROS
(4) VIRGEN DE LA ESPERANZA
Texto: José Francisco López Martínez
Vídeo: Julio Lillo Vidal
Fotos: (2) José Francisco Lillo Nieto; (3,4) Manuel Maturana Cremades