Sueño de un francés ante una exposición de pintura.  

En un puerto del "Mare Nostrum" en los tiempos remotos... velas albas entregan al viento propicio sus pliegues temblorosos...

Alas blanquecinas de aves migradoras...

Navíos que las olas mansas mecen...

Frágiles cáscaras de nácar ninida rebosando de mercancias vistosas y engañadoras...

Argonáutas osados cantan en la cubierta...

Remos rompen ya el cristal  azulado de nevosa espuma orlando...

¿A dónde vais? codiciosos mercaderes... dijo una voz celeste.

- A buscar tierras nuevas y nuevas factorías, contestaron todos.

- ¡Está bien! añadió la voz. En las orillas occidentales del mar hallareis hermosas dársenas, donde vuestras velas cansadas encontrarán sosiego al amparo de  montes y peñas; encontrareis  tierra de feracidad asombrosa; tierras cuyo seno encierra riquezas inauditas, pero... 

- ¿Pero?. Preguntaron ansiosos y envidiosos aquellos buhoneros del mar.

- Pero poca cosa son vuestras mercancias y mucho ha de ser lo que los hombres de más allá en cambio os darán... y las murallas que alzareis por más almenadas y por más inexpugnables que estén no os darán amparo contra la valentía de aquellos hombres indomables, negándose a doblarse bajo cualquier yugo. ¡Cuidado con ellos!

Quiero que lleveis en vuestros navíos, manuscritos, pinceles,  cinceles, liras; entonces bienvenidos estareis entre aquellos hombres  amantes de lo hermoso en todas sus formas. Quiero que, en los venideros siglos, aquellos discípulos aprovechados hagan  de su tierra una lumbrera radiante en el mundo.

-¡Así sea! contestaron los marineros.

Desde entonces Iberia dió al mundo preclaros hijos en todas las Artes.

- Tu también, Nicomedes eres, aunque en la tierra extranjera, un hijo ilustre de la Hispania, añadiendo con tu pincel brillo a un lucero ya resplandeciente de Cartago-Nova, tu patria chica.       


Texto: Transcripción literal del libro Semaine Sainte a Carthagene

Xavier  Marmier

GALERÍA